Gastón Jilek, referente de la industria de eventos, advierte sobre la desregulación del sector y la falta de controles tras los recientes escándalos en fiestas de graduación. La importancia de los seguros de caución y la necesidad de un estándar nacional para proteger a las familias.
La industria de los eventos en Misiones atraviesa un momento importante. Tras una serie de incidentes en recepciones de egresados en Misiones, el sector se encuentra, en palabras de sus protagonistas, bajo el «ojo de la tormenta». La combinación de una crisis económica que empuja a buscar costos bajos y la aparición de prestadores sin experiencia ha generado un escenario de vulnerabilidad para cientos de familias que ven peligrar sus celebraciones.
El riesgo de la improvisación y lo «barato»
Para Gastón Jilek, dirigente de la Asociación Misionera de Proveedores y Organizadores de Eventos (AMPROE), el problema principal radica en la falta de distinción entre un servicio profesional y uno improvisado. Jilek explica que, ante la crisis actual, muchas familias terminan refugiándose en la alternativa del precio sin evaluar quién está detrás del servicio.
«Hay empresas que se tiran porque ven la oportunidad, porque tienen un catering chiquito y de golpe agarran una recepción para 400 personas», advierte Jilek. Según el especialista, la logística de un evento masivo es extremadamente compleja y abarca desde la manipulación de alimentos y la cadena de frío hasta la seguridad técnica. «No es lo mismo que un evento pequeño; esto trae consecuencias que van más allá de no prestar el servicio, desde una intoxicación hasta productos vencidos».
Empresas de Instagram vs. trayectoria
Uno de los mayores peligros actuales son las denominadas «empresas fantasma», que aparecen meses antes de las fiestas con promociones atractivas en redes sociales. Jilek señala que la gente suele consumir «fantasías» a través de Instagram sin realizar una averiguación previa sobre la trayectoria de los prestadores.
El experto utiliza una analogía contundente para explicar la especialización requerida: «Uno puede ser un gran médico, pero no es un neurocirujano. Hay empresas que se dedican pura y exclusivamente a las recepciones y tienen aceitado todo el procedimiento». Organizar un evento para 500 personas, asegura, es un desafío logístico «monstruoso» que no permite errores.
El vacío legal de las comisiones de padres
Otro punto crítico identificado en la entrevista es la figura de las comisiones de padres, que suelen ser organizaciones ad hoc sin personería jurídica. Esto genera un inconveniente mayor ante incumplimientos: la dificultad para accionar civilmente contra las empresas que no cumplen lo pactado.
Ante esto, Jilek subraya que el Estado debe cumplir un rol de equilibrio. Si bien no aboga por una burocracia excesiva, reclama un control in situ y regulaciones claras. «Necesitamos que haya semáforos en todas las esquinas, pero que todos estén sincronizados. Si no hay semáforos, vamos a chocar en todas las esquinas», afirma respecto a la desregulación total.
Hacia un estándar nacional
Desde la FADIDE se está trabajando en una normativa que establezca un estándar nacional en los próximos años. El objetivo es regular desde los contratos hasta las responsabilidades de cada prestador.
Una de las soluciones propuestas es la exigencia de seguros de caución. Jilek explica que estos seguros aseguran que, ante cualquier eventualidad, el servicio se preste o el dinero sea devuelto. «Es responsabilidad nuestra como empresa darle la seguridad a quien nos contrata de que estamos protegidos y trabajamos bajo parámetros legales».
Para Jilek, el desafío es educar al consumidor para que sepa elegir. «Buscamos estandarizar las reglas de juego para todos y darle seguridad a la gente de que su esfuerzo económico y emocional está resguardado», concluye.