Misionero de 19 años es experto en robótica y asesora a profesionales de México

Camilo Furlán, residente en una chacra ubicada en el municipio de Cerro Corá, ha logrado combinar su pasión por la robótica con las necesidades del sector rural. Se formó en la Escuela de Robótica, y ha desarrollado diversos dispositivos para solucionar problemas en su entorno.

Gracias a uno de ellos, este joven misionero de 19 años ahora asesora a profesionales de México interesados en replicarlo.

Camilo, quien se desempeña como facilitador en la Red Maker de Cerro Corá, comparte su entusiasmo al ver a jóvenes iniciarse en la robótica. “Ahora estoy trabajando como facilitador en la Red Make. Veo mucho entusiasmo en los chicos al comenzar con sus primeros proyectos, y me hacen acordar a mi cuando recién empezaba con esto de la robótica. Esto me lleva a alentarlos y potenciar en ellos la resolución de problemas”, comentó.

En este sentido destacó la importancia de aplicar la robótica en el sector rural, incentivando a los jóvenes a permanecer en sus chacras y resolver problemas prácticos. “Me gustaría que aquellos que puedan hacerlo, se queden en sus chacras y apunten a la resolución de problemas prácticos en el sector rural”.

Entre sus logros, mencionó la creación de un sensor de humedad y un polígrafo. “Tengo elementos que los hice mediante la robótica, como por ejemplo el sensor de humedad y el polígrafo. Eso fue gracias al interés de la Escuela de Robótica, que se acercaron a mi chacra y me trajeron un kit con herramientas. Después en conjunto creamos el transductor biotermovoltaico”, explicó.

Su trabajo ha despertado interés internacional, particularmente de un grupo de docentes en México que descubrieron sus experimentos a través de YouTube. Se trata de “un grupo de docentes que vio nuestro trabajo con la poligrafía, el cual permitió demostrar cómo las plantas interactúan, cómo sentían dolor, y cómo reaccionan a los distintos estilos de música y demás”.

“Les interesó el proyecto y ahora estamos viendo las posibilidades para desarrollar el polígrafo desde allá. Lo que hago con ellos es asesorarlos en programación y en la utilización de diversos componentes”, señaló el joven.

La familia Furlán vive en una chacra conocida como “El Ceibalito”, que definen como una base de experimentación, difusión e investigación de tecnologías agrícolas sustentables.

El misionero enfrenta el reto de comunicar su conocimiento a personas de diferentes edades. “Mi desafío hoy como facilitador es que si bien tengo mucho conocimiento, es muy difícil comunicarlo para que otros lo entiendan, desde personas de 5 años hasta gente de 30 o más”, confesó.

A pesar de las dificultades, sigue motivado por la curiosidad y el deseo de resolver problemas reales mediante la tecnología. “Tiene que ver con la curiosidad y la necesidad de darnos respuesta lógica al uso de la tecnología, en función de necesidades reales, así como el problema de la energía y nuestra relación con la naturaleza”, reflexionó Furlán.