La anulación de las convocatorias nacionales elimina el financiamiento de la investigación básica, crucial para generar tecnología a largo plazo, alertan expertos. Solo en Misiones, más de 30 proyectos de desarrollo tecnológico de la UNaM quedan sin apoyo, afectando a cientos de profesionales altamente capacitados que ahora luchan por sostener sus laboratorios.
El secretario general de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) Dr. Pedro Darío Zapata, dialogó en Radio News https://news.appradio.ar/ sobre la problemática, calificó de «muy alarmante» la decisión del gobierno de anular convocatorias de ciencia y tecnología. Argentina se encamina a ser el único país en América Latina que no va a invertir en ciencia y tecnología. Esta medida impacta directamente en la capacidad de generar desarrollos propios, implicando que el país deberá limitarse a «tomar los desarrollos que ya están, las patentes que ya han hecho otros países».
El golpe mortal a la investigación inicial
La principal preocupación gira en torno al desfinanciamiento de las líneas de Proyectos de Desarrollo Tecnológico (PDT), las cuales impulsaban la investigación básica y aplicada para generar tecnología. Zapata explicó que esta investigación es necesaria para que la tecnología «después pueda madurar» y pueda ser ofrecida a una empresa.
El investigador enfatizó la necesidad de seguir «sosteniendo la investigación inicial porque si no no vamos a tener que transferir». Para que una nueva tecnología aparezca, se requieren «mínimo 10 años para atrás de investigación». En temáticas complejas, como principios activos o drogas, ese período puede ascender a «20, 30 años de investigación para atrás».
Zapata advirtió que el no impulsar la ciencia en estos años y frenar las líneas de investigación va a necesitar mucho tiempo para recuperarse.

«Como mínimo estamos perdiendo entre 10 y 15 años».
El investigador remarcó que el Estado no está «dimensionando la importancia que tiene el surgimiento de la ciencia» en sus estadios embrionarios. La consecuencia es que Argentina está «reservando ese lugar para otros países».
El costo del freno: 30 proyectos y cerca 200 científicos en riesgo
Solo en la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), la cancelación de convocatorias impacta a cerca de 30 proyectos de «envergadura». Estos incluyen 10 proyectos de la convocatoria 2022 que habían sido evaluados y aprobados, pero que nunca fueron financiados. A esta cifra se suman aproximadamente 20 proyectos presentados en la convocatoria de 2023.
El gobierno había postergado el cierre de la convocatoria de 2023 cinco veces, estimulando a la comunidad científica a continuar con el trabajo de formulación. Sin embargo, el trabajo de los investigadores, que incluye planificar la compra de equipos, armar equipos y sentarse a escribir un proyecto, finalmente se dio «por tierra».
Zapata lamentó que se trata de 30 proyectos que «ni siquiera se van a mirar». Estos representan la continuidad de ciencia madura que busca alcanzar un «estadio transferible».
El costo humano es igualmente grave: detrás de estos 30 proyectos hay un universo de «entre 150 y 200 personas mínimo» que están altamente capacitadas. El dilema ahora es cómo contener a estos investigadores para que no se vayan, dado que la universidad tiene dificultades para sostener los laboratorios y equipos.
La paradoja de la financiación privada
Ante la falta de fondos estatales, el gobierno ha impulsado la búsqueda de financiamiento privado. No obstante, el presupuesto de la UNaM para ciencia es insuficiente para cubrir la magnitud de los proyectos cancelados. Un proyecto de la más alta categoría rondaba los 50 millones de pesos en ese momento, mientras que el presupuesto total de ciencia de la universidad fue de 70 millones ese año. Incluso con una proyección de 90 millones de pesos para 2026, el presupuesto no alcanzaría «ni a dos proyectos» grandes.
En un ecosistema como el de Misiones, la inversión que hacen las empresas es «muy baja» o, directamente, «poco y nada».
Zapata observó una contradicción en la política gubernamental: por un lado, se insta a buscar fondos privados, pero por otro, la propia convocatoria «pide muy poco de la empresa», reconociendo que es «muy difícil que la empresa ponga» dinero. Las empresas pueden prestar instalaciones o usarse como campo de experimentación, pero la inversión para que la tecnología «madure, no nazca en principio,» es lo que está faltando. El cierre de los fondos destinados a que la tecnología avance es la razón principal del «descontento» en la comunidad científica.