Cantar, bailar, y reír hasta que duela la panza, es lo que significa Gurises Felices para buena parte de la infancia misionera. Este programa del IPLyC SE, pensado para toda la familia, celebra sus quince años de existencia este 4 de abril.
Si bien tiene muchos colaboradores, son contados con las manos quienes permanecen desde los primeros días, como es el caso de María Elena Boutron (58), Jorge Jesús Aimone (46), Eduardo Ángel Villalba (37) y Marcelo Ledesma (44), quienes compartieron vivencias sobre tanto camino recorrido.
Boutron ingresó en 2009. Cuando la convocaron, formaba parte de la Cooperativa Textil Las Obreras. El primer evento al que asistió se realizó en el barrio San Cayetano, de Posadas, pero a raíz del mal tiempo se suspendieron las actividades que se iban a realizar en la cancha. “Ese día quedó marcado porque nos habíamos puesto remeras blancas (después pasamos a las verdes) que quedaron manchadas de barro. Estar con los chicos, fue algo maravilloso, una linda experiencia”, dijo, emocionada. En la segunda y tercera salida, avanzaron con lo programado en otros puntos de la ciudad. Después llegaron los viajes a cada rinconcito de la provincia, “donde pude observar la alegría, la satisfacción de cada niño, a través de su sonrisa”.
En un primer momento se ocupaba de los peloteros, pero luego fue brindando asistencia sobre el escenario, realizando sorteos y vistiendo disfraces de los más diversos personajes. “Me visto de Gallina Turuleca, de Mika o la Vaca Lola, y me produce mucha alegría cuando los chicos me tocan, te estiran, quieren bailar, me gusta meterme en la piel de esos personajes”, agregó.
“Si bien en parte es sacrificado, a mí me gusta. Antes me pesaba un poquito no estar con la familia, pero ahora mis hijos son grandes y entienden que muchas veces no puedo estar en la mesa de los domingos. Le tomé el gustito a los viajes. Los primeros tiempos, lo hacíamos de lunes a lunes, sin descanso, y me acostumbré a ese ritmo. Me gusta explorar la provincia, tener amistades en todas las localidades, entablar vínculos con los maestros, compartir alguna comida, es un programa de mucho compartir”, graficó Boutron, que hace de “mamá” del grupo, ya que es quien provee desde un analgésico hasta una aguja de coser cuando se hace necesario reparar un traje.