La actualización publicada en el Boletín Oficial, que se pagará en tres cuotas (octubre, noviembre y diciembre), oscila entre el 29% y el 35,4%. Sin embargo, especialistas denuncian que el monto base es «extremadamente bajo» y el aumento real apenas alcanza los 3.000 pesos totales, insuficientes para cubrir la canasta básica y la formación profesional.
En el día de ayer, se publicó en el Boletín Oficial de la República Argentina el aumento en el nomenclador para los prestadores en el área de discapacidad. Este incremento, que va entre el 29% y el 35,4%, se realizará en tres cuotas escalonadas correspondientes a octubre, noviembre y diciembre, después de un largo periodo sin actualizaciones.
Sin embargo, la noticia no es alentadora para los profesionales del sector. Trixia Aresti, kinesióloga y basta trayectoria en la atención de pacientes en discapacidad en Misiones, expresó en diálogo con Radio News que el aumento es un 35% aplicado a un «valor extremadamente bajo». Aresti señaló que la actualización llega después de casi un año sin cambios significativos.
La disparidad de los números reales
Para poner la situación en términos reales, Aresti compartió cifras concretas:
• Valor anterior: Hasta septiembre, la atención de una persona con discapacidad (45 minutos a una hora) costaba 12.370 pesos (o «12.000es»). Esto aplica a terapias de apoyo esenciales como psicología, psicopedagogía, kinesiología y fonoaudiología, necesarias para personas con trastornos motores, sensoriales o autismo, entre otros.
• Valor actualizado (Octubre): El valor subió en octubre de 12.370 pesos a 14.100 pesos. Esto representa un aumento real de 2.000 pesos.
• Valor máximo (Diciembre): El valor máximo que se alcanzará en diciembre será de 16.000 pesos. El aumento total se estima en 3.000 pesos.
Aresti concluyó que el cambio de 2.000 pesos «no me alcanza ni para cuatro panes». El 35% de incremento no guarda ninguna relación con la inflación, dado que el valor base del año pasado ya se encontraba muy por debajo de la realidad económica.
¿De dónde viene el dinero?
La kinesióloga enfatizó que existe una «gran mentira» sobre la procedencia de los fondos, buscando desmitificar la idea de que los prestadores le quitan recursos a otros sectores vulnerables.
Aresti aclaró que el dinero para estos pagos no sale de las arcas del Estado, ni de los impuestos del IVA. En cambio, proviene del «fondo de redistribución social». Este fondo se nutre de los aportes que profesionales inscriptos, monotributistas y responsables inscriptos, realizan a la AFIP. La Superintendencia solo se encarga de regular estos valores.
Consecuencias: Falta de formación y colapso del sistema
Desde el inicio del actual gobierno (asumido en diciembre de 2023), no hubo cambios en la valoración de los servicios hasta octubre de 2024, a pesar de que históricamente los valores se regían y modificaban cada dos, tres o, a lo sumo, seis meses de acuerdo a la inflación.
Aresti argumentó que los prestadores deberían ganar al menos cuatro veces más, apuntando a un ingreso mensual de entre 800.000 y 1 millón de pesos, contrastando con el ingreso actual que ronda los 500.000 pesos mensuales, sin contar gastos de luz, agua y monotributo. Como punto de comparación, un médico en el sector privado cobra 50.000 pesos por una atención de 20 minutos.
La precariedad salarial tiene un impacto directo en la calidad de la atención:
1. Formación Profesional: La discapacidad requiere que los profesionales estén a la vanguardia mundial en tecnología y ciencia (por ejemplo, en comunicación o asistencia para sillas de ruedas). Si no se les paga lo suficiente «ni siquiera para comer», no pueden costear la formación obligatoria para mantenerse actualizados, lo que compromete la atención.
2. Impacto Familiar: El bajo valor no solo afecta a los profesionales, sino también a las familias. Los transportes, a quienes les pagan apenas 500 o 600 pesos por kilómetro, están dejando de trabajar. Esto obliga a las familias a manejar personas con sillas de ruedas o múltiples necesidades en el transporte público, complicando enormemente su día a día y provocando el abandono de las atenciones.
Aresti describió el ambiente en los consultorios como de «tristeza». Advirtió que la falta de valoración está creando una peligrosa «grieta» social entre la sociedad que «produce» y aquellos que necesitan de sus aportes (como personas con discapacidad, oncológicos o de bajos recursos), llevándolos a un espacio de aislamiento.
El cambio de valor, en palabras de la especialista, «no es alentador, al contrario, Trixia es la demostración de que no somos nada».